Muchos católicos desafían al Gobierno chino al asistir a las llamadas iglesias "clandestinas", en comunión con Roma y perseguidas por Pekín, que también acosa a la minoría musulmana del país. Ahora, el régimen comunista estrecha el cerco sobre las religiones con una nueva normativa todavía más dura.
A partir de mañana, entra en vigor una versión revisada del Reglamento de Asuntos Religiosos que endurece el control de las autoridades sobre las actividades religiosas y establece nuevas responsabilidades legales y multas.