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EL TIEMPO: Tenzin Gyatso: ¿el último dalái lama?

EL TIEMPO: Tenzin Gyatso: ¿el último dalái lama?

El decimocuarto jerarca del budismo tibetano podría ser el último de un linaje de 623 años.

 Tenzin Gyatso, premio nobel de paz en 1989, se convirtió en el decimocuarto dalái lama, en 1939, tras ser revelado por el panchem lama como la encarnación de Thubten Gyatso.
Foto: Archivo / EL TIEMPO
Tenzin Gyatso, premio nobel de paz en 1989, se convirtió en el decimocuarto dalái lama

Cuando apenas tenía 4 años de edad, en 1939, Tenzin Gyatso se convirtió en el decimocuarto dalái lama tibetano, tras un proceso que entremezcla lo espiritual y lo terrenal.

Siguiendo la antigua tradición según la cual se tiene que buscar en un niño el alma reencarnada del dalái lama recién fallecido, el panchem lama de la época, Reting Rinpoche, encontró al sucesor del decimotercer máximo jerarca tibetano, Thubten Gyatso, mediante revelaciones que le indicaban que este se encontraba en el oriental pueblo de Amdo, en el seno de una familia humilde.

No obstante, China, que invadió al Tíbet en 1959, pretende también regular un aspecto tan íntimo y misterioso de la vida espiritual de este territorio, designando a dedo al dalái lama reencarnado, quien sucederá a Tenzin, actualmente de 79 años, cuando este muera. (Lea también: China le niega derecho al dalái lama de decidir si tendrá o no sucesor).

De igual forma lo hace con la Iglesia católica al nombrar por sí sola al clero local, sin tener en cuenta al Vaticano, con el que no tiene relaciones.

El asunto recobró importancia esta semana cuando unas polémicas declaraciones del dalái lama provocaron una dura reacción de China y crearon inquietud en sus seguidores de todo el mundo. En una entrevista para el semanario alemán Welt Am Sonntag, Tenzin sugirió que, tras su muerte, se rompería el linaje de los iluminados monjes supremos del budismo tibetano, que viene desde 1394. “La institución del dalái lama existe desde hace casi cinco siglos. Esta tradición puede detenerse con el decimocuarto dalái lama, que es muy querido. Si hubiera un decimoquinto y avergonzara esta función, la institución sería ridiculizada”, aseguró Tenzin.

“El budismo tibetano no depende de un individuo. Tenemos muy buenas estructuras organizativas con monjes y estudiosos muy bien preparados”, añadió en declaraciones que, de inmediato, tuvieron respuesta de China. “El título de dalái lama es conferido por el gobierno central según una historia secular”, afirmó en Pekín la portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores, Hua Chunying.

Para los analistas, las palabras del dalái lama sobre el fin de la sucesión tienen que ver con una estrategia que pretende abrir más espacios democráticos en el Tíbet, en contra de las imposiciones chinas. Ya se dio el primer paso, cuando en el 2011 Tenzin decidió entregar el poder político a Lobsang Sangay. Aquel conserva el poder espiritual.

“Su estrategia de democratización tiene una enorme resonancia en el Tíbet, ya que los chinos constantemente prometen una democracia, pero hasta el momento no la han entregado”, afirmó en ese entonces Robert J. Barnett, director del Programa de Estudios Tibetanos Modernos de la Universidad de Columbia (Nueva York).

Las tensiones con China han sido una constante en la vida de Tenzin. Víctima de ellas fue Gedun Chokyi Nyima, a quien en 1995 el propio dalái lama reconoció como la reencarnación del décimo panchem lama (segundo al mando), Choekyi Gyaltsen, quien había decidido hacerles frente a los chinos quedándose en Lhasa, la capital tibetana, hasta su muerte, en 1989.

Al saber de la designación, Pekín decidió desaparecer a Chokyi Nyima y designó en su lugar a Gyeltsen Norbu, por lo que la línea sucesora de origen estrictamente espiritual tibetano fue rota.

Elección y primeros años

Tenzin, según la historia con ribetes de leyenda, llamó por su nombre propio al emisario enviado de Lhasa y, tras reconocer los objetos propios de su antecesor (rosarios, implementos rituales, libros y tazas de té), corroboró ser el alma en la que este había reencarnado.

Veinte años después, en 1959, tuvo que enfrentar un reto muy terrenal: la invasión total del Tíbet por parte de China tras una serie de revueltas en Lhasa y tres provincias cercanas, luego de la cual no hubo casi ninguna reacción de la comunidad internacional.

Para no ser reconocido por las autoridades chinas, se vistió de mendigo y cruzó el Himalaya a pie junto con un grupo de sus seguidores.

A los 24 años, a su rol espiritual Tenzin Gyatso le sumó el político, al convertirse en el jefe de Estado del gobierno tibetano en el exilio, con Dharamsala como sede designada, tras recibir el beneplácito del entonces primer ministro indio, Pandit Nehru. Desde entonces ha recorrido el mundo en busca del apoyo internacional para la causa del pueblo tibetano, por lo que recibió el Nobel de Paz en 1989.

Tenzin tal vez considere su tarea cumplida y se remita a la figura del Nudo Infinito, que simboliza la eterna sabiduría de Buda.

Desde ese punto, la falta de un guía temporal no sería obstáculo para la supervivencia de la fe budista, pero la sensación de fin de un ciclo sería inevitable.

LUIS ALEJANDRO AMAYA E.

Subeditor de Internacional

Data noticia: 
Dimarts, 16 Setembre, 2014
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